El miedo nos paraliza, nos incapacita para tomar decisiones. La necesidad de seguridad nos hace vivir a veces con angustia y solo nos sentimos tranquilos cuando estamos en nuestra zona de confort, ese lugar donde nos sentimos plenamente cómodos precisamente por la sensación de seguridad.

Para poder avanzar necesitamos salir de la zona de confort, solo así seremos capaces de descubrir que el miedo no aporta nada y que, a pesar de todo, la vida es una aventura emocionante.