A pesar de todo, el suicidio en la adolescencia es una trágica realidad, ocupando un lugar entre las primeras causas de muerte en la mayoría de los países, en algunos, sólo le supera las muertes en accidentes de vehículos de motor. Y lo peor es que la tendencia tiende a incrementarse según la OMS. En un estudio realizado en España en 1992 se detectó una prevalencia de conducta suicida en adolescentes del 7,1%. Son datos que asustan.Con este artículo pretendemos dar información sobre este problema, con la intención de conseguir que un mayor conocimiento de esta problemática nos pueda ayudar a prevenirla.
La adolescencia se define como la etapa del ciclo vital entre la niñez y la edad adulta, en la que se dan toda una serie de cambios; profundas transformaciones tanto a nivel biológico, psicológico y social, por ello es una etapa caracterizada por crisis, conflictos y contradicciones, haciéndola de especial riesgo para la conducta suicida.
Junto a este crecimiento corporal, desarrollo y maduración sexual, los principales aspectos psicosociales se definirían por:

• Búsqueda de sí mismo y de su identidad.
• Necesidad de independencia.
• Tendencia al grupo.
• Evolución del pensamiento concreto al abstracto.
• Búsqueda de la identidad sexual.
• Relaciones conflictivas con los padres que fluctúan entre la dependencia y la necesidad de separación de los mismos.
• Actividad social reivindicativa, tornándose más analíticos, con pensamientos simbólicos, en los que formulan sus propias hipótesis y llegan a conclusiones propias.
• Eligen una ocupación para la que necesitarán adiestramiento y capacitación para llevarla a la práctica.
• Necesidad de asumir un nuevo rol social como partícipe de una cultura o subcultura específica.

El comportamiento suicida abarca las siguientes manifestaciones:

-El deseo de morir. Creen que la vida no merece la pena vivirla, o a veces lo ven como la única salida para escapar de su sufrimiento.
-La visualización suicida. Imágenes mentales del suicidio ya consumado.
-Ideas suicidas. Estas ideas pueden aparecer sin un método específico de muerte o con un método ya determinado, incluso planificado.
-La amenaza suicida. Siempre comunican a alguien de su entorno su intención de morir, por lo tanto atentos a esto, porque existe la falsa creencia de que el que amenaza con suicidarse nunca llega a hacerlo. Esto es totalmente falso.
-El intento suicida. Es el acto sin resultado de muerte en el que el adolescente se hace daño a sí mismo. Es lo que se suelen considerar como llamadas de atención hacia los padres o hacia aquellas personas que le son importantes al adolescente.
-El suicidio accidental. La persona recurre al suicidio como una llamada de atención y se le va de las manos, ocurre muy amenudo con la ingestión de pastillas.
-El suicidio frustrado. No consumado por alguna circunstancia fortuita.
-El suicidio consumado. Le lleva al sujeto a la muerte.

Es imprescindible conocer los factores de riesgo como una forma de poder prevenirlo. Hay que aclarar que los factores de riesgo son individuales, es decir, que para lo que a un adolescente puede suponer un riesgo alto, a otro puede no suponerle ningún problema.
Dentro de los factores de riesgo encontrados en las múltiples investigaciones sobre este tema cabe destacar el alcoholismo de alguno de los progenitores, principalmente paterno, la depresión materna, antecedentes suicidas en la familia, (muchos suicidios se dan por imitación, es conocido el aumento de suicidios cuando aparece algún personaje muy conocido en los medios de comunicación que lo ha hecho), maltrato infantil, impulsividad, baja autoestima, y enfermedades como la depresión y la esquizofrenia.
En otras ocasiones la sobreprotección, la permisividad, puede llevar a los adolescentes a ser caprichosos, demandantes, poco tolerantes a las frustaciones, egocéntricos y pretendientes de que todo el mundo les trate de la misma manera indulgente que en el seno familiar, llevándoles en muchas ocasiones a tener problemas de adaptación y dificultades con la socialización.
Previamente al intento de suicidio el adolescente puede tener muchos comportamientos disruptivos o por el contrario una pasividad exagerada.
Hay que estar atentos a estas alteraciones del comportamiento,tanto en casa, escuela y ambiente social en el que el chaval se mueva para poder prestarle ayuda antes de que sea demasiado tarde.